Muchas miradas ven más que una | Escribir un Mundo

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Muchas miradas ven más que una

por Mariana de la Mata | marzo 19, 2023

Escribir y corregir una obra de teatro es una tarea hermosa pero también ardua. Quien no habla del trabajo y la insistencia que requiere la construcción de un texto, deja de lado una zona muy importante.

La mayoría de las veces, escribir es una tarea solitaria y nos enfrenta a la intimidad mediante las preguntas, las dudas personales y las prácticas que se presentan.

El proceso creativo tiene sus vaivenes y sus escollos, y atravesarlo en soledad no es una tarea fácil.

Hay días en que todo se ve sólido y con gran claridad, todo fluye y encaja mágicamente. Vemos a los personajes y sabemos por dónde nos movemos.

Sin embargo, en otros surge el bloqueo, perdemos el hilo y la sensación es que nunca lo volveremos a encontrar.

Durante este último mes conversamos mucho sobre este tema con el grupo más avanzado del taller, donde cada uno está desarrollando una obra de teatro completamente nueva, desde la concepción hasta el primer borrador.

Muchas veces, de una semana a la otra, las sensaciones cambian junto con los descubrimientos y las zonas de dificultad.

Nuestro espacio de encuentro en el taller es una forma de salir de esa soledad creativa, compartir las preguntas y multiplicar las ideas.

Cuando comenzamos a trabajar en los borradores abrimos una etapa de escritura y corrección. Corregir una obra de teatro es el mecanismo que utilizamos para observar y construir.

No importa cuán genial parezcan las primeras ideas, cuán atractiva resulte la historia que imagino, es necesario entrar en un proceso que las ponga en movimiento y cobren forma a través de la acción.

Los materiales dramáticos narran a partir de acontecimientos, si no puedo descifrar la escritura de una escena a través de los personajes, sus diálogos y relaciones, tendré dificultades.

El espacio del taller es un sitio donde aprendemos sobre las herramientas técnicas que permiten trabajar las imágenes, descubrir conflictos y desarrollar personajes, pero también es un acompañamiento para el proceso creativo de cada participante.

En medio de ese camino de trabajo creativo es un regalo tener un grupo que pueda dar consejos, notas o una palmada en la espalda cuando más se necesita.

Con el correr de las clases el grupo se une y crea su propia red de apoyo durante las semanas y los meses.

Compartir nuestras ideas, aún cuando no sabemos qué forma van a tomar, abrir textos a mitad de camino y tener oídos y ojos que acompañan el desarrollo de las obras es para mí una de las partes más divertidas y apasionantes del trabajo.

Eso sí, tenemos una regla de oro: el taller es un espacio para experimentar y equivocarse mucho, todxs estamos allí para eso. Porque esa es la única forma de aprender.

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