La escritura se despliega a medida que se realiza
La mayoría de las personas que se acercan a Escribir un mundo se dedican a las artes escénicas y quieren ver sus propias creaciones en escena. Se preguntan cómo dar forma a materiales que se presentan como una intuición o un recuerdo.
El trabajo de la interpretación y la colaboración es maravilloso, pero muchas veces, no tiene sitio para experimentar en profundidad con el pulso creativo.
En algunos casos, el desarrollo de un intérprete depende de una convocatoria, de un casting o de estar en el sitio indicado y reunir determinadas características para formar parte de un proyecto.
Cuando eso no sucede, el impulso y la disponibilidad creativa corren el riesgo de no desplegarse.
Es habitual que actrices, actores, coreógrafos, estudiantes de interpretación o dirección tengan la inquietud por conocer el proceso creativo desde el inicio.
Hay quienes en su búsqueda personal sienten la necesidad de plasmar sus propias imágenes, dar cauce a historias que llevan entre manos y ansían ver en cuerpo y forma.
Seguir ese impulso implica tomar el rol creador y atravesar el proceso creativo desde el comienzo, en primera persona.
En el taller de dramaturgia intento generar un espacio de estímulo y conexión con ese deseo, un sitio donde nutrirse de la experimentación, para que cada artista encuentre las herramientas de escritura necesarias y así crear sus materiales.
¿Y por qué escribir teatro?
Griselda Gambaro dice: “La creatividad nace siempre de un deseo claro y al mismo tiempo misterioso. Queremos hacer y no sabemos qué es lo que nos impulsa a ese hacer que nos llevará a otro espacio distinto del cotidiano. Empezamos el proceso de una obra que antes no estaba en el mundo. Aportamos al mundo una señal.”
Me parece importante resaltar la impronta de viaje de todo proceso creativo. Escribir una obra es un pensar/hacer que se despliega a medida que se realiza.
Emprendemos un camino cuyo territorio es desconocido y se va iluminando a nuestro paso. Construimos a medida que avanzamos y eso implica trabajar con ciertas zonas escurridizas e inestables.
A través de una disposición creativa y de juego comienza a aparecer la huella de un camino que antes no estaba.
Es necesario entrenar esa disposición de búsqueda y de juego, alimentar un espíritu aventurero que disfrute de salir al encuentro de lo que aún no conoce pero que quiere escribir.
Ese misterio que impulsa la creación, es también su mayor atractivo, ese encuentro con una nueva perspectiva sobre lo propio, ese saber de una nueva forma.